Del 4 al 4

Pues ya hace un mes que no le escribo nada a este blog. Y no es que no pase nada, lo que ocurre es que muchas veces no me dan ganas de escribir. Como que este asunto de los blogs no me ha acabado de enganchar... De hecho, ahorita me conecto para darme un descanso, porque estoy hasta la madre (sí, la contabilidad también cansa) de la chamba de cierre de ejercicio.



En este mes han pasado muchas cosas, bueno, tantas como pueden pasar en la tranquilidad de los pueblos de esta región. Por cierto, mucha gente se queja de que no viven o no vivirían a gusto aquí porque no hay tantas cosas, tantos lugares a donde ir y no se gana tanto como en una ciudad como Guadalajara y que por eso es preferible dejarse de chingaderas y largarse de aquí. Yo opino que precisamente por todo lo que le falta a estos lugares deberíamos quedarnos a aportarles nuestro trabajo, nuestra paciencia y nuestro amor para ayudarlos a crecer y a que cada vez tengan menos carencias. Además aquí se vive mucho más a gusto que en el ajetreo de una ciudad grande. Qué bueno sería que de los montones de jóvenes que egresan cada semestre de la universidad, por lo menos la mitad se quedara en sus pueblos de origen a tratar de mejorarlos. Imagínense que los licenciados en turismo en lugar de irse al Grand Bay (su sueño dorado) se quedaran a desarrollar lugares como el Cerro Colorado o el río del Corcovado como lugares turísticos o que los IOS en lugar de irse a Estados Unidos se quedaran a buscar soluciones para el desabasto de agua en Autlán.



Cambiando de tema, el sábado 15 de diciembre Miriam y yo fuimos a El Grullo a poner un stand de venta de libros de la librería de la Casa Universitaria, invitados por los organizadores del festival Arte en el Jardín. Pasamos allá todo el día, pero estuvimos muy a gusto disfrutando de los eventos que tenían preparados para ese día: conciertos de rock, jazz, canto gregoriano, hip hop, teatro al aire libre, danza; todo con excelente calidad... En todos los eventos participaron artistas grullenses, lo que da mucho gusto y un poco de envidia de la buena, porque por ejemplo, en el escenario que se montó aquí en el jardín principal de Autlán por las fiestas navideñas se han ofrecido también conciertos pero de grupetes de los que tocan en Arena o en fiestas y que no salen de cancioncitas de Maná o cochinadas similares, además de las famosísimas coreografías de la Pandilla, que da pena que personas de fuera vean. Y no es que no haya más que presentar, hay muy buenos músicos en Autlán y que cultivan varios géneros musicales, pero los organizadores de estos eventos o no los conocen o no les gustan, pero jamás los invitan. Eso es precisamente un ejemplo de carencias que existen en Autlán y que es mejor quedarnos aquí para mejorar.



En otro cambio de tema, la semana pasada me infraccionaron por ponerle monedas a un parquímetro. Andaba en el centro buscando donde estacionarme y encontré un lugar en frente de la Casa Universitaria, lo agarré como si fuera la última Coca Cola en el desierto y decentemente le puse una moneda de 2 pesos al parquímetro. Él, no muy decentemente, se tragó la moneda y no me marcó el tiempo de estacionamiento que debía, por lo que mi mente diabólica concibió la idea de escribir un letrerito en un papel y pegárselo con cinta al parquímetro. El papelito decía así: NO SIRVE SU CHINGADERA. SE TRAGÓ MI MONEDA. Si me infraccionan ch%/"·= a su m/&(·=. Cuando regresé ya no estaba el papelito y en cambio había una bonita infracción en el parabrisas de mi carro. Sí, me infraccionaron, pero me cobré el coraje haciéndole pasar uno igual o peor a quien me infraccionó.

Ah, también en este mes leí Cien años de soledad. Uno de los mejores libros que he leído.