El Camino del Exceso

lunes, 20 de agosto de 2007

De la democracia


El pasado sábado leí en el periódico que a un cura de la ciudad de Tilburg, en Holanda, las autoridades municipales lo van a multar con 5,000.00 euros cada vez que use sus campanas para llamar a misa, después de que los vecinos de su iglesia se quejaron del ruido que hacía en las mañanas. Si comparamos este caso con el de la iglesia de mi barrio, que comenté en el escrito anterior, nos daremos cuenta del abismo que hay entre las autoridades, pero sobre todo entre los pueblos de un país y otro o, más generalmente, entre el primer mundo y el tercero. Por ejemplos como este es que yo creo que la democracia no es el mejor sistema de vida para México, como sí lo es para algunos países europeos. Lo que pasa es que en México, como en todo el tercer mundo (y el primero, ahí está Estados Unidos), la educación de las mayorías es extremadamente deficiente, lo que impide que la gente tenga una conciencia crítica y reflexione por sí sola las cosas que suceden a su alrededor, por lo que se deja seducir fácilmente por líderes o caudillos que le prometen una vida mejor (un ejemplo es el pleito entre pejistas y panistas... para los panistas, los políticos de su partido nunca cometen errores y para los pejistas el Peje es el mesías que necesita México. Hagan la prueba con algunos simpatizantes). Las causas de esto, a mi parecer, son el deficiente sistema educativo de México, donde la prioridad de la mayoría de los maestros es avanzar en la llamada "carrera magisterial" y no la educación de los chamacos; la otra causa es la excesiva dependencia de las personas hacia la TV.... muchos prefieren estar al tanto de lo que ocurre en los programas chatarra de la tele, como telenovelas o reality shows, que en asuntos que podrían afectarlos realmente. Por eso, para que la democracia en México funcione para beneficio del pueblo, es necesario cambiar la educación y la mentalidad de las mayorías. Y la neta, no veo cómo.....

viernes, 17 de agosto de 2007

Misas a distancia


A 2 cuadras de mi casa hay una iglesia, que le llaman del Perpetuo Socorro, católica por supuesto. Y también por supuesto, mi barrio, como casi todo el país, es mayoritariamente católico. Pero como todos sabemos, la palabra "mayoritariamente" indica que la mayoría son católicos, aunque habemos honrosas excepciones que, igual que los católicos, tenemos la libertad de oír o no la misa o cualquier otra cosa. Pues al curita de esa mi vecina iglesia, le pareció conveniente instalar unos altavoces en la torre del campanario, por donde transmite las misas matutinas de los domingos, así como avisos y regaños para su manada (o grey, que es lo mismo, si no me creen, consulten el diccionario) y hasta villancicos en navidad. De esta acción del curita deduzco que: A) El señor cree que la totalidad, no la mayoría, de los habitantes del barrio son católicos, lo cual es falso o B) Que los habitantes no católicos del barrio no tenemos el mismo derecho de escuchar o no lo que nos de la gana, lo cual también es falso. Lo peor del caso es que los vecinos parecemos ya estar acostumbrados a que nuestros oídos sean violados sónicamente por vecinos que gustan de presumir sus desviaciones musicales a altos decibeles y a altas horas y por los no vecinos que invierten miles de pesos en sistemas de sonido para sus vehículos y que salen a las calles a presumir las desviaciones de que hablaba antes, por lo que no hacemos absolutamente nada. Aunque más de una vez he tenido la intención de salir a juntar firmas para pedirle al cura que no use más sus altavoces, le he sacado a la reacción del resto de la gente, que en lugar de darme su firma, me mandaría a la chingada. De todos modos, no dejo de preguntarme qué haría ese curita (o las mismas autoridades municipales a pedido de los vecinos) si alguna de las iglesias protestantes que hay en Autlán usara ese método en sus celebraciones. Seguramente todo mundo se quejaría y hasta habría periodicazos, quejas en el programa de radio del presidente municipal, etcétera. Ni modo, son las pequeñas molestias que debemos aguantar las minorías. ¡A seguir oyendo la misa dominical aunque no quiera!